1.10.2006

Amberes

"Escribí este libro para mí mismo, y ni de eso estoy muy seguro. Durante mucho tiempo sólo fueron páginas sueltas que releía y tal vez corregía convencido de que no tenía tiempo. ¿Pero tiempo para qué? Era incapaz de explicarlo con precisión. Escribí este libro para los fantasmas, que son los únicos que tienen tiempo porque están fuera del tiempo (...)"

Bajo el título "Anarquía total: veintidós años después", así empieza Roberto Bolaño el prefacio a Amberes (Anagrama, 2002). De este modo, el lector queda avisado desde el principio de que éste no es un libro del tipo al que nos tiene acostumbrados Bolaño, y a medida que pasan las páginas, se da cuenta efectivamente de que no lo es. Amberes resulta al final una sucesión de fragmentos enloquecidos, imágenes oníricas con un fuerte contenido emocional y sexual, obsesiones situadas en la carretera que va de Castelldefels a Barcelona. Las escenas no siguen ningún hilo lógico o narrativo, son breves como destellos y sólo ahí reside su fuerza, la posibilidad de transmitir tantas emociones en tan pocas líneas. De otro modo, con la presencia de un hilo lineal impuesto por el desarrollo de las escenas hacia textos más largos y estructurados, la carga emocional tendría que disminuir su intensidad en función de la sostenibilidad de la obra. Así, Amberes debe leerse como una demostración de fuerza muy íntima en realidad, una voluntad de echar afuera los miedos y ascos y recuerdos envenenados mediante una prosa casi poética pero bien contundente. En este sentido, se trata de un libro para el lector curioso, atrapado por la figura tan atractiva de Bolaño y que, cautivado por las historias que se cuentan en Los detectives salvajes o 2666, desee hurgar un poco, ir más allá pero de otra manera.

Todo escritor tiene sus fantasmas, que siempre lo acompañan, a veces lo aterran y otras le dan una fuerza que nunca encontraría en otro lado, y los de Bolaño se pasean a sus anchas por Amberes. Qué distintas son estas voces de aquellas que ganaban concursos en Llamadas telefónicas, por ejemplo. Éstas son apenas susurros o aullidos, lamentos sórdidos y miserables de un policía, una chica siempre demasiado joven, un jorobadito mexicano, un escritor extranjero (¿el propio Bolaño?). Las voces de estas figuras que aparecen y desaparecen sin avisar a lo largo de los fragmentos son lo único que da unidad al texto. Y poco más: el escenario, la atmósfera onírica y marginal...el Bolaño más oscuro está aquí, congelado fuera del tiempo, como señala en su prefacio. Contemplarlo, y sobre todo sumergirse en su pesadilla no es tarea fácil ni agradable. Quedan avisados.

4 comentarios:

  1. En Amberes está el Bolaño poeta y el futuro narrador y el libro, los textos mejor, no son ni prosa ni poesía. Un espacio vacío en medio de ambos.
    Y aún así, a pesar del aprecio que le tengo a Bolaño, hay algo en Amberes que no me gusta. Tal vez porque constata que no hay espacio intermedio, que no hay una vía poética para la narrativa, ni una vía narrativa para la poesía.
    No sé si me explico, pero Amberes me parece un experimento fallido.
    Claro que yo suelo equivocarme a menudo.
    ;)
    Un saludo

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  2. Bueno, no he leído tantos libros de Bolaño como para decir que lo que hay en Amberes no se repite en ningún otro lugar, y no sé en qué medida Amberes sirvió para desarrollar luego Los detectives salvajes y la narrativa del Bolaño que todos conocemos. Quizá el germen más importante es el ambiente de alucinación que se crea aquí...

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  3. Bienvenida al club de los locos bolañescos, Blanca. Voy recopilando las opiniones de los bloggers que vais dejando constancia de vuestras lecturas sobre Bolaño. Ya llegaré a Amberes, pero me queda un pequeño trecho todavía: Portnoy nos lleva algo de ventaja...

    A ver si te animas con La literatura nazi en América, que me tiene trastornado estos días.

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  4. Hola, Jacobo.

    Bueno, hace ya años que descubrí a Bolaño con Los detectives, y luego he ido dosificando su lectura, así dura más. Pero me cuesta mucho escribir sobre sus libros; en realidad, me cuesta escribir sobre todos aquellos escritores que me quedan demasiado cerca. Aunque en Amberes es difícil atisbar al Bolaño de siempre. Ya contarás más sobre La literatura nazi en América... Te sigo leyendo siempre.

    Saludos,
    Blanca

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